PRESUPUESTO EDUCATIVO, MEDIOS Y FINES ALIEADOS
- plumanegra016
- 21 nov 2016
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21 de noviembre de 2016. (Forbes).- El instrumento crucial de la política pública es el gasto. En efecto, si entendemos al Estado como la agencia legítima de la sociedad para alcanzar el bien común y para resguardar el bien personal, el gasto manejado por los gobiernos es la forma de recapitular sus propósitos, de darle curso a los mandatos que recibieron en el marco de la ley y de hacer reales los planes y programas que presentaron.
En este sentido, la educación pública es la inversión que puede producir el retorno más grande y más ampliamente repartido de todos los esquemas de inversión pública, debido a que son las personas preparadas y capaces las que hacen realidad todas las demás riquezas tangibles; sin ellas, países con materias primas o gran infraestructura pueden tener tasas pequeñas y desiguales de crecimiento, mientras que países de poca riqueza extractiva pueden ser ejemplos de crecimiento vigoroso y de reparto equilibrado, como pasa con Finlandia o Estonia, o que despegan de la limitación, como Polonia o Vietnam.
Por otro lado, los cambios en el entorno macroeconómico limitan la posibilidad de una expansión del gasto para 2017; en el ciclo presupuestal de México, ésta es la etapa de los recortes. Es también la etapa del año en la que se movilizan grupos nacionales, sectoriales y locales para hacer efectivo su poder político y ser un factor de oposición hacia los cambios que modifiquen negativamente sus intereses.
En el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2017, se proponen 711,000 millones de pesos (mdp) para gasto educativo, lo que representa el 3.5% del PIB y casi el 15% del global del mismo PPEF 2017. Recordemos que, adicional a este gasto público federal previsto, para el gasto total hay que agregar lo que destinan a educación los estados de la República desde sus propios sistemas de finanzas, y todo ello sin contar el gasto privado y de las familias, que tampoco es desdeñable.
Ahora bien, en el esquema vigente, el grueso de los recursos federales (más del 80%) se va en sueldos y salarios, con responsabilidades de pago muy rígidas, así que la mayoría de los ajustes deben hacerse sobre la proporción restante. En términos reales, la propuesta que Hacienda manda a la Cámara de Diputados para el año venidero disminuye apenas en 4.8% con respecto de 2016, y hay que reconocerle al Gobierno Federal una voluntad de reducción en costos de administración, pues la estructura operativa de la SEP llega con una propuesta de reducción del 15%.
Dicho esto, preocupa que, en el punto más alto de la transformación de la profesión docente, la formación continua de docentes reciba un recorte del 34% respecto del año anterior; que los recursos para evaluación de los aprendizajes ponga de nuevo en riesgo la implementación censal de PLANEA, que ya se pospuso el año pasado, con una reducción del 29.8%; que uno de los programas mejor evaluados, dedicado al fortalecimiento y a la inversión directa a las escuelas (llamado irónicamente “Programa de la Reforma Educativa”) tenga una reducción del 71.9%; que fondos destinados a Educación Inicial, por 500 mdp para 2016, sencillamente desaparezcan; que haya un recorte del 29% a becas de niños indígenas; que las Normales sí reciban, para el año próximo, 38% más de presupuesto, pero que las becas a los normalistas tengan una contracción del 29%; que el Programa para la Equidad e Inclusión sufra un decremento del 34.6%.
Se trata de al menos 6,824 mdp de recorte a tareas sustantivas. Con diversos aliados, insistiremos a los diputados y a Hacienda que se reconsideren estas disminuciones, y que, en lugar de ellas, se acabe de desterrar el pago a comisionados no educativos (que deberían dar sus servicios sin goce de sueldo), los desvíos generados por la nómina desordenada de los estados y las entregas de fondos al sindicato a cuenta de Comunicación o Formación, cuando ambas tareas son atribuciones de ley y responsabilidades del Gobierno Federal y los estados.
Es momento de sensatez, decisión y valentía: en medio de una transformación educativa de metas ambiciosas, este instrumento de la política pública debe estar a la altura del reto. Los fines valiosos necesitan de medios proporcionados. La educación no se reforma sólo cambiando leyes y planes, sino con la implementación pulcra, oportuna y debidamente fondeada de dichas leyes y dichos planes.
Por: David Calderón
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