
21 de noviembre de 2016
Por: Héctor Bello G.
La revolución
Los partidos políticos, como principios de organización grupal y donde según la sociedad en una democracia se suscribe para obtener una representación social y política, no son efectivos en dar respuesta con la visión ciudadana que se espera a la atención de las necesidades reales de la población mexicana.
A merced de la ambición de sus dirigentes, los partidos siguen usándose para avalar intereses tras las designaciones de los candidatos a cualquier cargo de elección popular. Al fin de cuentas ahora se compran con los intereses económicos.
Pareciera que la militancia no tiene liderazgos promovidos dentro de sus propios partidos. Solo resaltan los organismos gremiales, y como ejemplo los sindicatos que provén, según la vox populi, de los clientes que disfrazan como voto duro que lleva hacia una tendencia electoral que es marcada por un visible interés. Aquí no importa aquello de que está prohibida cualquier forma de afiliación corporativa, como lo marca el Instituto Nacional Electoral (INE). Y los intereses sólo son con beneficios para unos cuantos.
Los partidos políticos, siguen siendo centros de fe para los ciudadanos creyentes, que consideran los procesos electorales como principio de divinidad.
Un levantamiento armado
La revolución mexicana es motivo de orgullo porque imprimió en la historia un gran beneficio para la democracia de nuestros días. Se obligó con un gran costo en vidas a que no habría porque continuar con un sistema dictatorial como fue el que por muchos años mantuviera a la figura del general Porfirio Díaz.
Un levantamiento armado encabezado por Francisco I. Madero contra el presidente con 30 años en el poder, que se caracterizó por la organización de varios movimientos socialistas, liberales, anarquistas, populistas y agrarios en todo México. En la búsqueda de más garantías para una mejor calidad de vida democrática en el país.
Hoy más de 100 años después, en el país aun se considera que no se está satisfecho con la democracia, el trabajo de los partidos políticos y de sus gobiernos que de ellos emanan, puesto que no todos tienen mejor calidad de vida. Algunos asolados por la pobreza y visiblemente sin acceso a los programas sociales, y otros replegados por la incrustación de grupos delincuentes amafiados que mantienen sus reales en todo el país.
Aquí, los mexicanos pagan por policías que persiguen un mando único. Creo que para que ya no les digan que son presentes en los tres niveles de gobierno por entidad, y que cuentan además con las fuerzas castrenses, a la que de igual forma se les paga. Son militares que hacen presencia adentro de un país con un gobierno que todavía no puede prescindir de ellos para imponer su poder. Vaya pues, y aun con todo lo que se paga, ni con todos ellos hay resultados esperados.
La próxima batalla
Aun así, según el INE los partidos políticos son entidades de interés público que tienen como fin promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público.
Mismo instituto dice que los ciudadanos podrán formar partidos políticos, y queda prohibida la intervención de organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos, y cualquier forma de afiliación corporativa. Pero en la realidad esto no se cumple.
El 2017 será crucial para el desempeño de los partidos políticos en preparación al proceso Presidencial de la Nación, y en Quintana Roo con las presidencias municipales, diputados locales y diputados federales, en el 2018.
PRI, PAN, MORENA, PRD, PVEM, MC, PANAL, PT, y otros deben iniciar ya en una cuenta regresiva con su reconstrucción. Con nueva sangre e instrumentos de experiencia que habrán de diseminar una eficaz estructura política, territorial y sectorial y estar listos para lo que será la madre de las batallas, en el que se pone en juego el futuro de los quintanarroenses y los mexicanos. A poco más de 100 años de la Revolución Mexicana.